Los opiáceos han sido usados desde la antigüedad como los más potentes medicamentos contra el dolor, siendo los principales la morfina y la codeína. En la era moderna se empiezan a fabricar los derivados de los opiáceos, entre ellos la heroína, la oxicodona, la metadona y el fentanilo.
El problema es que tanto el opio puro como los derivados naturales y sintéticos tienen un gran poder adictivo.
Síntomas de adicción a los opiáceos
Al principio de la adicción, los síntomas no son muy notables, pero a lo largo del tiempo se van haciendo más visibles. Podemos dividir los síntomas de la adicción a los opiáceos en tres categorías: físicos, psicológicos y conductuales.
Los síntomas físicos más habituales:
Manchas en la piel, erupciones
Exceso de fatiga
Somnolencia excesiva (que no desparece)
Contracciones musculares
Disminución del apetito
Alteraciones digestivas
Síntomas psicológicos más comunes:
Paranoia
Depresión
Cambios de humor bruscos
Ansiedad
Labilidad emocional
Síntomas conductuales
Comportamiento reservado
Ocultación
Ausencias
Alejarse de su entorno familiar/social
Síndrome amotivacional
Discusiones
Otras consecuencias del consumo prolongado
Pérdida del tono muscular
Paro cardíaco.
Confusión generalizada
Coma
Síntomas del síndrome de abstinencia a los opiáceos
Fiebre y escalofríos.
Ojos llorosos.
Agüilla en la nariz
Inquietud
Dolores musculares
Inestabilidad del estado de ánimo
Taquicardia
Intenso dolor de estómago
Náuseas y vómitos
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